La selva
En la intrincada selva
y el laberinto umbrío
y en todos los rincones
alguien se paraliza.
Dilata sus pupilas
y el pulso se acelera.
En la ciudad poblada
y en la ciénaga oscura.
Entre la muchedumbre
o en el hostil desierto
se libra una batalla.
Yo he visto tantas veces
el oro de los tigres.
Los leones sedientos.
Aquí y allá. En todas partes.
Alguien ruge. Alguien calla.
Y tropieza. Y se cae.
Y se hiela su sangre
ante las fauces del más fuerte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario